Calentamos un poco de aceite de oliva en una cacerola, añadimos la cebolla, el apio y la zanahoria picados y rehogamos a fuego medio durante 8-10 minutos o hasta que las verduras estén tiernas.
Añadimos la carne de ternera y la panceta picada. Rehogamos durante unos 15 minutos o hasta que haya adquirido un ligero tono dorado, al tiempo que removemos con el dorso de una cuchara para que la carne no se apelmace y quede suelta.
Regamos con el vino tinto y cocemos a fuego vivo durante un minuto, removiendo y rascando la base de la cacerola para incorporar a la salsa lo que se haya pegado a la base que está repleto de sabor.
A continuación añadimos una cucharadita de canela molida, removemos durante unos segundos antes de incorporar 575 ml del caldo (reservamos el resto por si hubiera que aligerar la salsa más tarde) y el concentrado de tomate. Mezclamos bien, bajamos la intensidad del fuego al mínimo y cocemos lentamente durante una hora y media, dejando que los sabores se potencien y amalgamen. Salpimentamos al gusto.
Transcurrido este tiempo inicial de cocción, calentamos la leche y la añadimos poco a poco a la salsa. Semi tapamos la cacerola y cocemos a fuego suave 45 minutos más o hasta que la leche se haya absorbido completamente, removiendo de vez en cuando. Añadimos el resto del caldo si fuera necesario aligerar la salsa, algo que dependerá de los gustos de cada cual y del uso que se le vaya a dar.
Esta salsa se sirve tradicionalmente con spaguetti o con otra pasta larga, también es ideal para hacer lasaña. Y claro, después de hacer una salsa que requiere tanto mimo no la podemos estropear con una pasta que no este a la altura!
A comer!!!